La noche es la mitad de la vida, y la mitad mejor. Goethe



martes, 30 de octubre de 2012

LA DÉCADA PRODIGIOSA

No, tranquilos, no voy a atormentar a nadie con referencias a aquel grupo musical de hace unos años. Me explicaré: aunque uno sea más devoto de los "diaversarios" -tal y como lo expresé hace justo tres años por aquí- , no quisiera dejar en el olvido que en este mes de octubre, mi observatorio, el OACP, cumple su primera década de vida.

 

No me extenderé demasiado, pues en aquel artículo ya desarrollé en detalle los pormenores de su construcción y de su evolución postrera. Pero, efectivamente, creo que en lo tocante a mi experiencia, ésta ha sido, sin duda, una década prodigiosa. Y lo ha sido tanto en satisfacciones personales como en producción científica. Incondicional a las estrellas dobles, las compañas de observación se han ido sucediendo inexorablemente, reavivándose al tiempo el empeño y el disfrute. Cientos de medidas reportadas desde el OACP ya forman parte del archivo histórico del WDS, amén de 32 nuevos pares descubiertos desde aquí con la siglas MRI. Todas las otras actividades de divulgación y de observación de fenómenos especiales suponen la guinda en el pastel. Pastel con un 10 muy grande colocado encima de la cúpula. Que siga la fiesta. Os dejo algunos recuerdos extraídos de mi archivo. Ad Astra.
Primer curso teórico y  práctico celebrado en el OACP el mismo año de su inauguración. Se impartió durante el curso 2002-2003 a un grupo de alumnos de primaria de 9-10 años, como actividad extraescolar promovida por el AMPA del colegio público Cristóbal Colón de Valladolid. Ahora, con 20 años cumplidos ya son todos "mayores": cómo pasa el tiempo -para todos- y qué bonito recuerdo.
 
Integrantes de Syrma-MED (Sección de Estrellas Dobles que fundé en Syrma) en una sesión de medición de dobles. De izquierda a derecha y de arriba abajo: José Antonio Manrique, Pedro Morala, el que suscribe y Laura (Laly) Santiago. Entonces usábamos el ocular astrométrico de MEADE para tal menester: la CCD aún era algo que rayaba en la ciencia ficción e inalcanzable. Corría el invierno de 2004. No obstante y paralelamente, yo ya hacía mis primeros ensayos con la TouCam y un poco más tarde con las primeras versiones de Reduc (¿recuerdas Florent?).

 Recuerdo que el verano de 2005 lo dediqué en buena parte a recalibrar mi micrómetro filar montando sobre el Newton 200 con una barlow 2X entre medias. ¡Cuántas horas pasé a pie de telescopio con el ojo pegado al ocular! Apesar de ello, creo que no llegué a terminar la tarea completamente: la webcam iba ganando terreno a la medición visual de una manera contundente e implacable.
 
La magia de la CCD llega en verano de 2006: primeras pruebas con la DSI Pro de Meade tirando a todo lo que se cruza en el camino. La primera serie de medidas de estrellas dobles a partir de imágenes CCD tomadas desde el OACP llegaría en 2007. A partir de ahí la historia ya la conocéis.

lunes, 15 de octubre de 2012

EL VERANO QUE FUE


Creo que nunca antes había dejado pasar tanto tiempo entre dos entradas: más de tres meses desde aquel lejano mes de julio recién estrenado. Los que os pasáis por aquí con frecuencia sois conocedores de que en verano me acojo a una especie de "retiro", no sé si espiritual, pero sí completamente mundano. Es la época del año en la que desconecto (o al menos lo procuro) de compromisos, relaciones y actividades más o menos públicas. Lógicamente, siempre hay imprevistos y labores de "mantenimiento" que hay que atender, pero como digo, la idea es descansar de la vorágine astronómica del resto del año, actividad que de un tiempo a esta parte es muy densa a la vez que apasionante. En este sentido, aprovecho las vacaciones veraniegas para recargar energías de cara a la "próxima temporada". Es más, prácticamente, ni siquiera hago uso de Internet durante estos meses. Pero no, mi actividad astronómica no cesa, en este lapso. Precisamente, es la época en la que realizo el grueso principal de mis observaciones anuales de estrellas dobles. De manera incondicional me rindo ante mis queridas dobles, acometiendo mi ya tradicional programa personal de observación: sí, las dobles de Stein: tengo en lista de espera otros 500 pares para medir y publicar. Uno tiene un carácter eminentemente estival: desde primavera hasta últimos de septiembre, como el ave Fénix, renazco observacionalmente y me hincho a observar en el OACP. El invierno castellano es muy largo y las noches óptimas no abundan; así pues, me aseguro trabajo para los meses malos.
Este verano me ha resultado excepcionalmente corto. Y no sé por qué. La impresión es que el tiempo me ha sobrepasado a una velocidad inusualmente acelerada. Qué cosas. Cuando he querido darme cuenta, el color de las tardes era ya más lánguido, desmayado y apagado; sin el vigor ostentado al comienzo de la estación: la luz, extenuada por dorar las mieses, poblar las huertas y madurar las uvas, ha de bajar su ritmo de actividad: son los síntomas inequívocos de la llegada de septiembre y del nuevo equinoccio.
Aunque fuera de tema, en este tiempo también he tenido ocasión de hacer un par de conciertillos para mostrar mis nuevas canciones. Parece que esta faceta dormida, aunque nunca olvidada, está reapareciendo con fuerzas renovadas. No cerraré las puertas, eso nunca, pues sería como recortar mis propias alas. Permitid que os deje un par de instantáneas.
Recital el 7 de agosto en la 32 Semana Cultural de Wamba, un pueblecito precioso y tremendamente histórico cercano a Valladolid.
 
Concierto el 5 de octubre en el Café-Bar Milano de Valladolid. Una delicia de ambiente y de público. A mi vera, mi hijo Adrián a la batería.

Amigos, estaré por aquí a menudo a partir de ahora. Ad Astra.